¿Cómo fue que explotó el USS Maine?

Bien, ya que estuvimos hablando sobre la invasión americana, es preciso conocer algunos pormenores que desataron la guerra Hispano-Cubana-Puertorra-Americana del 1898. Una mañana de enero de ese mismo año, a los gringos les da con mandar un barco, el USS Maine, hacia las costas de La Habana, Cuba, para velar sus intereses. Claro, para esa época querían que los españoles se fueran juyendo de Cuba y apoyaban las reyertas independentistas y las canciones de nueva trova de los cubanos. En realidad, los gringos estaban locos por llenar el malecón de antros y casinos, pero eso es otro cuento. Por ahora, centrémonos en lo que causó la explosión de este nao.

La noche del 14 de febrero de 1898, el marino John Pukermost se encontraba revisando la lista de lo que iban a beber y a comer los tripulantes de la nave. Después de todo, era una noche de San Valentín que debían pasar todos estos hombres lejos de sus amadas preñadas mujeres y tenían que pasársela lo mejor posible, por supuesto, dándose una borrachera asquerosamente memorable.

El party de los marinos estuvo fenomenal. Se jartaron como cosacos, bebieron, fumaron, bailaron entre ellos mismos e hicieron cosas impublicables. Estuvieron toda la noche parisiando en grande y ya poco después de haber amanecido, John Pukermost se fue a la baranda de estribor para tratar de olvidarse del tremendo hangover hijuela que tenía. Uno de sus mejores amigos trató de ayudarlo para que no saltara por la borda pa' abajo.

La cosa fue que Pukermost no pudo aguantar el reguero grasosamente dantesco que se escondía en sus vísceras y tuvo que aliviarse soltando un tremendísimo vómito que fue arrojado sobre las aguas cálidas del caribe.


Por desgracia o por fortuna, en esos precisos momentos, a las 9:40 de la mañana del 15 de febrero de 1898, un tiburón ballena acababa de darse una tremenda jartera de plankton y como es costumbre entre muchas especies conocidas, luego de un buen atracón, se liberan energías, gases tóxicos y dotes de hombría a través de un monumental y deliciosamente expulsado eructo.

Lo que sucedió fue inevitable. La mezcla y la combinación de las cervezas baratas y las salchichas mal cocinadas que se había comido y bebido Pukermost, se juntaron con los gases atómicos del eructo acuático del tiburón ballena y entonces, pues..., KAAABOOOOM!!! El USS Maine se esplotó en cantos y los marinos que ni aún se recuperaban del parisón, salieron volando disparados pal carajo con tó y cantos de chimenea, escotillas, latas vacías de Busch y Milwaukee's Best...

Lo que quedó del barco fueron unos trozos de heces flotantes y el fantasma del tiburón ballena siluetado sobre las aguas..., el resto es historia.